lunes, 31 de enero de 2011

Quiéreme.

Déjame. Hazme morir dentro y fuera de tu alma, haz que mi sombra me envídie por no tener la opción de rozar tus manos, que mis pies me odien por estar tan lejos de tu boca, que mi vida peligre si no está cerca de la tuya. Deshaz cualquier tipo de plan que no se encuentre a tu lado, cualquier mínimo latido que diga menos de lo que mi voz transmite, cualquier dolor inútil que me produzcas.
Provócame. Hasta el último suspiro en la más profunda oscuridad estará justificado si siento tu piel junto a la mía, incluso el más dulce de los besos será amargo si no es tuyo, el más clandestino de los encuentros será pésimo si no es contigo, la más prolongada demostración de amor será breve si no viaja a tu compás por todos y cada uno de mis sentidos.
Víveme. Cubre cada milímetro de mi piel con tus manos, tu deseo, cualquier posible triste final que se te ocurra y olvídalo. Olvidate en el suelo junto al resto de despojos inútiles aquel desastre imposible que pase por tu cabeza, aquel dolor que no existe ni exisitirá jamás, aquellas excusas baratas que nunca compraremos.
Quiéreme. Como nunca has querido a nadie, como nunca has sentido, como jamás pensaste llorar, como no habrías imaginado en tu vida.
Y ahora bésame, abrázame, agarra mi mano para que no se suelte nunca, y aprendamos a fabricar sueños compartidos delante de un cristal.

domingo, 23 de enero de 2011

Rincones habitables.

Los tontos dicen tonterías.
Ella según muchos no era tonta, pero decía demasiadas cosas que le hacían pensar que si.
Quizás fuera demasiado pronto para escribir el final de su historia dejando millones de páginas en blanco desde el presente hasta entonces. Quizás eso de fruncir el ceño cada vez que algo le salía mal no estaba de moda y lo que se llevaba era sonreír ante las adversidades, pero ella no era así. Muy en el fondo de su ser, donde nada ni nadie llegaba jamás, siempre había sido antitodo y antitodos, la moda importaba un comino, las impresiones dejaron de situarse en una parte importante de su yo hacía ya tiempo. Impulsiva, reveladora, incomprendida, difícil de manejar, imposible, llorona, antipática, indecente, incauta, herida.
Pero a nadie le importó, ni siquiera a ella misma. Se siguió adentrando en lo más hondo del pensamiento, hasta límites insospechados, explorando al máximo cada rincón de su incompetente y desordenada cabeza, sintiendo que nunca había hecho bastante ni por ella misma ni por los demás y terminó realmente sorprendida.
En el más escondido recobeco de su triste sinceridad descubrió que la soledad era más que una amiga, más que una aliada contra el dolor, un espejismo bipolar que podía llevarla a lo más alto o enterrarla en el nucleo de su problema más grande.
Así pues, asustada, espectante, sacó lentamente la cabeza de aquella burbuja que empezaba a ahogarla, y echando la vista al frente, con cautela, serenidad y el miedo que la caracterizaba, descubrió que había algo más.
Allí fuera encontró seres parecidos a ella, dispuestos a agarrar su mano cuando sus piernas no fueran lo bastante fuertes como para mantenerla firme, a quererla aparentemente con sus millones de fallos, con su caracter y sus manías, a curarle el dolor que inconscientemente había ido creciendo con los años a la vez que todo su cuerpo, dispuestos a ser su arma más letal y a dejar que ella fuera su mejor escudo.
De este modo un día, delante de un ordenador y al lado de un teléfono que esperaba a que alguien lo hiciera sonar, decidió ser más fuerte de lo habitual. Dejar fluir aquello que brotara directamente de su alma recién explorada y ahora vacía y rellena de nuevo con lo más importante, hacer felices a los seres extraños que la rodeaban y sobre todo a sí misma. Cuidar aquello que más adoraba y necesitaba, lo que siempre había estado ahí y lo que había estado a punto de desaparecer.
Entonces, de paso, paró a observar en un rincón de su cabecita un señorito sentado, pequeño, desgreñado al que pensó que mantenía demasiado callado en varias ocasiones. Le preguntó ¿quién eres?, a lo que él respondió: puedo ser lo más grande de tu existencia y también lo más pequeño, todo depende de lo que tú desees. Ella, confundida, se paró a deliberar un instante para dar la respuesta más adecuada. Tras unos momentos decidió no responder y ganarle la batalla al destino. Ese hombrecillo era lo que ella muchas veces había preferido no ver, ignorar y puede que incluso maltratar. Ese rincón representaba el amor de su vida, lo que en el fondo quizás nunca se atrevió a amueblar por miedo a un posible derrumbamiento.
¿No piensas decir nada? le preguntó el atrevido enano, a lo que ella contestó : Si, tú eres el miedo, tú llevas aquí esperando demasiado tiempo que te obedezca y yo, tonta de mi, lo he hecho, pero ¿sabes qué? ahora sobras, porque este rincon está lleno desde hace mucho tiempo.

domingo, 16 de enero de 2011

¿Y si no?

¿Por qué nos enfadamos?
Es una pregunta difícil de respuesta fácil. No nos enfadamos porque las cosas no salgan como queremos, por eso nos sentimos decepcionados. No nos enfadamos por no estar de acuerdo con algo, por eso simplemente nos frustramos. Nos enfadamos por la mera razón de que las cosas y las personas nos importan, por mostrar interés por algo sin decir directamente que ese algo nos interesa o que tenemos miedo de perderlo.
Últimamente me preguntan demasiado el por qué de mi mal humor, de mis malas respuestas. Yo me limito a no contestar, no vale la pena, no me van a entender.
Puede que me haya vuelto una estúpida preocupada y no una cascarrabias como muchos piensan, que me centre mucho en los demás y muy poco en mi, que cuando cometo errores no me dé cuenta de la repercusión que tendrán en mi y si en los demás.
Pero realmente y como se suele decir, si me enfado porque me enfado y si no porque parece que me da igual.
¿Ves? la respuesta te la das con tu propia reflexión no premeditada.

miércoles, 12 de enero de 2011

Todo un círculo.

Quizás todo sea una palabra demasiado grande. Puede ser que abarque demasiado o que no abarque casi nada, depende de lo que tengas, de lo que sientas, de lo que percibas.
Muchas veces todo puede ser la familia, otras muchas los amigos o puede que una afición.
Para mi todo, es aquello capaz de llenarte plenamente, de hacerte sentir feliz y olvidarte de lo que está fuera de ese círculo, aquello que tú mismo has situado allí.
En ese caso, hay muchos todo diferentes. En el mío, sé dónde poner cada uno, sé cómo de grande es esa forma redondeada que me protege y que los protege.
Un círculo, en geometría, es el lugar geométrico de los puntos del plano cuya distancia a otro punto fijo, llamado centro, es menor o igual que la longitud del radio. Es el conjunto de los puntos de un plano que se encuentran contenidos en una circunferencia.
En el centro de mi círculo estoy yo, y a mi alrededor están los justos, ni más ni menos. Las personas necesarias para sentirme plenamente feliz.

martes, 11 de enero de 2011

Todo está perfecto.

Cómo me encanta este dolor, cómo me gusta darme cuenta poco a poco de que quien ahora no tiene nada claro eres tú. No hay cosa que más me agrade que sentir que desconfían de mi, que todo es palabrería y que aún así sigo esperando equivocarme.
Soy idiota, puede ser, es más, cada día estoy más convencida.
Me afectaba tu tema, mi confusión, mi culpabilidad, mis sentimientos, los tuyos. Ahora me afecta que me ocultes las cosas, que me digas que todo está bien y al momento me digas que no me crees.
Me estás matando o me estoy muriendo, no lo sé.
Sólo me queda acostumbrarme a esta maravillosa agonía.

domingo, 9 de enero de 2011

Si tengo miedo.

Dicen que la vida es caprichosa, que puedes llegar al final antes de salir a caminar, que nosotros complicamos nuestra propia existencia.
Hasta ayer dudaba de todo eso. Hoy empiezo a plantearme que quizás sea verdad.
Puede que sea la vida la que nos guíe y elija qué trayecto es mejor para nosotros, de cuál vamos a aprender más, dónde encontraremos más y mejores acompañantes para no caernos y de esa manera terminar felices. Quizás no haga falta andar kilómetros para llegar a una conclusión, puede que esté más cerca de lo que imaginamos y que símplemente no la hayamos visto. Tal vez por esas visiones que nos creamos alrededor y por todo aquello que no queremos ver el mundo se nos hace cada vez más difícil, la vida más oscura, las decisiones más turbias.
A partir de hoy espero aprender a sonreír de manera espontánea no sólo por aquello bueno que les pasa a los demás, sino también por todo lo que me pase a mi. Espero no estar ciega nunca más, tener estrellas que me guíen al paso, que me den la mano si tengo miedo, que me abracen si siento dolor. Respetar y mantener mis propias decisiones y no lanzar piedras al aire, no causar más dolor del necesario, e incluso dejar de pensar que existe algún dolor necesario.
Y si al final tengo que abrazarme, llevarme y consolarme a mi misma, deseo hacerlo feliz, como si tuviera la confianza de que debería ser lo más importante para mi: Yo misma.

miércoles, 5 de enero de 2011

Mi cuento no era así.

No, no, no. Las princesas no se aguantan las lágrimas, no sufren, siempre sonríen, siempre esperan, no se equivocan, son víctimas de una bruja y no verdugos del príncipe.
No, los príncipes no se arrepienten, no esquivan besos, no se juran a sí mismos no volver a caer, no piensan las cosas, no lloran, hablan, sonríen, hacen sonreír a su dama.
Yo no escribía las historias así cuando era una niña, mis historias eran bonitas, nadie lloraba, nadie soportaba las ganas de hacer algo y no hacerlo, no había culpables, ni brujas, ni enanos, ni cuervos.
Los niños escriben aquello que esperan encontrar en su futuro, lo que esperan de sí mismos y de los demás. Yo narraba para mi mis aventuras, creaba mis príncipes, mis ranas, hasta mis brujas.
Hoy me he dado cuenta de que en esas historias cabe mucha imaginación, que en su mayoría en lugar de ser ilusiones son deslusiones.
Y es que no, mi cuento no era así.

sábado, 1 de enero de 2011

Muros y piedras.

Me da igual, no me importa, me es indiferente, me da lo mismo ser una desgraciada que está sola, que no tiene cariño, borde, tirada, arrastrada, frágil y mil veces tonta. Insensata, incoherente, incompleta, amargada, apartada del mundo, soltera, solitaria, dolida, inútil, insensible, cabezota, incomprendida, incomprensible, malgastada, abofeteada, golpeada por las situaciones, encarnizada, enfadada, cabreada, herida, práctica, desechable. Después de todo esto queda demostrado que también sincera.
Pero ni la sinceridad, ni la templanza, ni siquiera la paciencia son un hilo lo suficientemente fuerte como para coser y curar una brecha tan grande. Pero sin embargo las piedras que vamos lanzando a un muro que parece fuerte, poco a poco y con algo de constancia son capaces de abrir un agujero que llegue hasta el otro lado de él. Nadie es un muro, nadie tira piedras contra él. Yo soy una persona y contra mi lanzan hechos.

Propósitos.

Créame un nuevo propósito, no ir detrás de ti, ni de nadie, ni de mi misma. No marcarme prioridades absurdas y sin sentido que solo me llevan a morir en el intento de sostenerlas. No te marcaré a ti como meta, no me marcaré como final de mi historia estar contigo, no buscaré el dolor si él no me encuentra a mi primero. No lloraré si no es por mi, no viviré si no es para estar con los demás y disfrutar de ellos, no sentiré si lo que siento no es de verdad, no diré nada que no piense y no pensaré nada que no sea capaz de decir, no seré más dura de lo necesario, pero tampoco seré tan débil como para dejarme destruir.
Si me duele hasta el alma me callaré, pero si les duele a ellas... El que cause el dolor está muerto.