jueves, 9 de diciembre de 2010

Burbujas.

¿Alguna vez te has sentido como una botella de champú?
Te ven bien, te ven completa, rebosante, brillante, espectante. Sin embargo nadie mira dentro de ti, nadie se da cuenta de la burbuja que llevas dentro, vacía, inquieta, permanente, sensible, pesada y ligera a la vez, lenta, dolorosa. A ella solo la sientes tú.
Solo tú sientes su movimiento, sus consecuencias, las ausencias que te transmite. Solo tú eres su víctima, solo tú padeces su tortura, pero ni siquiera tú sabes qué hace ahí, que la hizo aparecer y qué la hará marcharse. Tú misma te deshaces pensando, evitando situaciones, personas, soledad, compañía, dolor, gestos que quizás no tengan nada que ver con ella, pero cualquier cosa es válida porque solo quiero que te vayas, que desaparezcas porque ya no puedo más, ya me dueles demasiado, ya ni quiero ni puedo tenerte cerca, porque simplemente eres una burbuja ingrávida, incolora. Eres una burbuja que no me deja vivir.

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