miércoles, 26 de septiembre de 2012

Sola.

No cuestiona, ni persigue. Se cansó de correr jadeante tras las multitudes, de llegar a la meta tarde y sin compañía.
Quien algo quiere, algo le cuesta.
Escala la montaña hasta la cima, sólo entonces ganarás que su mano se extienda para darte una oportunidad.

Sin son.

Sin sonrisa, por supuesto.
Hay momentos en los que la gente se pregunta por qué la chica nunca sonríe; quizás por cabezota, por obsesionarse, por pensar mil veces en negativo y de vez en cuando en algo bueno.
Las princesas dejaron de existir cuando Walt Disney murió, dejando congelado el corazón de millones de cabecitas con corona, al igual que el suyo propio.
No, jamás, es demasiado complicado que sus labios se estiren en son de paz, se siente débil y desprotegida pensando que puedan herir todavía más sus sentimientos y su fe en la vida a carcajadas.
Sin embargo puede que no tenga sonrisa o que simplemente no quiera mostrarla haciendo ver que es algo que sin duda regala a la gente especial. Seguiremos pensando que no tiene son, ni sentido sensacional.
Tanta curiosidad llega a suscitar que nadie se atreve a preguntar el por qué de ser la chica que jamás sonríe.