domingo, 9 de enero de 2011

Si tengo miedo.

Dicen que la vida es caprichosa, que puedes llegar al final antes de salir a caminar, que nosotros complicamos nuestra propia existencia.
Hasta ayer dudaba de todo eso. Hoy empiezo a plantearme que quizás sea verdad.
Puede que sea la vida la que nos guíe y elija qué trayecto es mejor para nosotros, de cuál vamos a aprender más, dónde encontraremos más y mejores acompañantes para no caernos y de esa manera terminar felices. Quizás no haga falta andar kilómetros para llegar a una conclusión, puede que esté más cerca de lo que imaginamos y que símplemente no la hayamos visto. Tal vez por esas visiones que nos creamos alrededor y por todo aquello que no queremos ver el mundo se nos hace cada vez más difícil, la vida más oscura, las decisiones más turbias.
A partir de hoy espero aprender a sonreír de manera espontánea no sólo por aquello bueno que les pasa a los demás, sino también por todo lo que me pase a mi. Espero no estar ciega nunca más, tener estrellas que me guíen al paso, que me den la mano si tengo miedo, que me abracen si siento dolor. Respetar y mantener mis propias decisiones y no lanzar piedras al aire, no causar más dolor del necesario, e incluso dejar de pensar que existe algún dolor necesario.
Y si al final tengo que abrazarme, llevarme y consolarme a mi misma, deseo hacerlo feliz, como si tuviera la confianza de que debería ser lo más importante para mi: Yo misma.

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