domingo, 19 de diciembre de 2010

Ente vivo en una barca.

Dame un respiro, pequeño, que tú no notes pero a mi me desahogue. Déjame olvidarte o adorarte pero haz que no tenga que darme cuenta de ninguno de los dos pasos y llegue directamente a la meta.
No me quiero sentir rodeada de agua salada ahora mismo, no me apetece encontrarme en medio del mar y hundirme sin una barca que me rescate.
Hata hoy y desde hace unos cuantos días me he acostumbrado a que la única barca de la que dispongo es la mía, que la única que puede salvarse de si misma y de los demás soy yo, porque por muy incrustada que esté en la gente que dice realmente quererme, hay situaciones insalvables, dolores insoportables, caídas intensas, terrenos y metas infranqueables, que nadie me puede ayudar a atravesar. Hoy me he planteado qué sería de mi en diferentes situaciones, he tenido tiempo para soñar, reflexionar y pensar si ahora mismo todo me vale la pena. Creo que si, pero creo que es el momento de cambiar el punto de vista, la manera de actuar y la temperatura de mis actos. Desde hoy he decidido ser fría sin congelar, ser agresiva sin doler, ser sentida sin pasarme, ser constante sin marcar, ser pasional sin exagerar, ser consciente sin dejar de hacer, ser yo sin importarme opiniones dispares, ser un ente vivo que no sufre.

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