jueves, 2 de junio de 2011

Toda una vida.

Hay días en los que te levantas, como tiempo atrás, deshaciéndote por las esquinas, necesitando un rollo de celo enorme para sujetarte y no derrumbarte. Hay días en los que cuatro palabras duelen más de la cuenta. Cuatro palabras y la ausencia de otras mil, que no reclamas pero que crees necesarias y obvias.
Hay días y noches en los que las miradas matan más de la cuenta, y los silencios predeterminados, incomprendidos al mismo tiempo, no te dejan dormir muy bien. Hay fines de semana en los que te cambia de golpe todo. La concepción de la palabra felicidad, amor, amigo. Hay momentos que son un instante y segundos que son una eternidad. Hay vasos que contienen alcohol y tú les añades muchas connotaciones, y hay sorpresas escondidas en más de una sonrisa. Hay lugares nuevos y personas que te recuerdan que estás vivo, que las lágrimas que no se ven con la luz apagada tienen un sentido, y que el pecho sobre el que te recuestas podría ser tu almohada para toda una vida.

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